Como somos en un aspecto de nuestra vida, lo somos en todos.
La forma en que vemos las cosas define también cómo actuamos ante determinadas situaciones, nuestra comprensión del entorno nos lleva a ser únicos al momento de manifestar nuestro plan de acción al afrontar cualquier problemática o situación que se nos presente y el ámbito sexual no queda exento de dicho rubro.
Para empezar a desarrollar este
tema deberemos definir dos términos que se incluyen en el título de este
artículo y que son difíciles de aceptar o utilizar adecuadamente para las
personas. El primero es psicología: que se refiere a la ciencia que estudia los
procesos mentales, pensamiento y comprensión de un individuo en relación con su
entorno, también entendemos como psicología la manera de sentir o comportarse
de una persona o colectivo.
Por otro lado, la sexualidad es
el conjunto de características biológicas y psicológicas de un individuo. Mucho
se ha hablado de sexualidad y salud sexual en los últimos años. Hemos
encontrado que puede interpretarse de diferentes maneras e incluso de ha
intentado someter a la sociedad a determinados paradigmas como la
“no-sexualización” del ser humano.
Mientras tanto, empecemos con lo
básico: La sexualidad se ve afectada por la psicología desde el momento en que
el individuo comienza a formarse un concepto del ambiente que lo rodea y de sí mismo
(también formando parte del entorno). En la exploración descubre su sexo,
explorando su zona genital -y comparándola con la de otros- y al momento de
experimentar con esta parte de su cuerpo, -como lo hace con los dedos de las
manos y los pies o lo haría con sus orejas y cabello-, se ve limitado por los
individuos que conforman su grupo social primario, digamos papá y mamá, debido
a la coerción que ellos también sufrieron a lo largo se sus vidas. Así empieza
la formación psicológica del individuo con respecto a su sexualidad. De este modo, la sociedad limita su
experimentación y lo mantiene estigmatizado hasta el momento en que se
considera “preparado” para recibir dicho conocimiento y emprender el inicio de
su vida sexual y reproductiva.
¡Todo el mundo lo hace!
Este aspecto de nuestras vidas se
ve sesgado, censurado por un largo periodo y cuando se nos presenta como algo
natural, que forma parte de nuestros cuerpos, nos parece ajeno y repulsivo. Nos
hace rechazar nuestra capacidad reproductiva y por ende la idea de que se puede
obtener placer en el acto. Entonces comenzamos a sentir curiosidad debido a que
ahora comprendemos que forma parte de la vida y también influye en la
estructura social del núcleo familiar. Se nos inculca culturalmente la idea de
crecer y convertirnos en autosuficientes para después formar una familia a la
que habrá que proveer. ¿Dónde nos hablan sobre el desarrollo de la sexualidad?
¿Esperan que cumplamos este plan sin conocer esa parte mutilada de nuestra
identidad?
El morbo que provoca la sexualidad
viene desde una psicología colectiva que somete al individuo quien, al adentrarse
en un terreno desconocido, no conoce sus límites o su infinidad de
posibilidades. El individuo tiene que volver al punto de la primera experiencia
y realizar su investigación empírica para completarse y concretar el plan que
le han designado. Entonces se encontrará con un aspecto que se verá
influenciado por su propia naturaleza ya desarrollada y, hasta cierto punto,
madura. El desarrollo de una actividad tan íntima e individual dependerá de su
entorno y cómo se le ha moldeado, ¿También es necesario el ejemplo externo para
develar nuestra naturaleza sexual? ¿Qué refleja nuestra sexualidad del ambiente social en que crecemos?
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