Alicia
La dulce niña
En la penumbra de su cuarto
Se contempla al espejo desnuda
Mientras disgrega su deseo
En la metamorfosis de la masturbación.
El oscuro lado del espejo no miente
No mienten sus manos frotando
Sus nacientes senos pequeños
Ni mienten sus piernas que escurren
Los efluvios de su interior.
El vértice de su sexo
Es un nido de mariposas.
Alicia perdió la inocencia
Una noche tranquila
En que soñaba con sátiros que revoloteaban
Como aves de rapiña en el país del estupro
Y después lloró noches y días
Bajo las mandrágoras y las lluvias
Hasta que sus ojos turquesa
Se exprimieron de luz.
Alicia en el país de las porquerías
Esboza una amplia sonrisa perversa
Y observa su imagen desnuda
Tatuada de estrellas fugaces
Tras el umbral de la oscuridad.
Entonces
Su delgado cuerpo
Se transforma en un recinto
De inmensas floraciones nocturnas
Que iluminan el extremo procaz del sueño.
Alicia no duerme
Tan sólo se contempla
Frente al lado oscuro del espejo
Mientras toca los vértices
De su cuerpo satinado de luna.
Francisco Jaymes
Los demonios de la carne [Poemas selectos]
Vanguardia Editores.
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